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Presentación:

Este curso constituyó la vigésimo séptima versión de la Cátedra, organizada por la Fundación y la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, con el apoyo de la Biblioteca Pública Piloto, cuyo propósito es contribuir a la formación humanística de los estudiantes y proyectar hacia la ciudad la tarea educativa de las tres instituciones.

 

En el mundo occidental, desde la Antigüedad, las mujeres han visto limitado su acceso a los ámbitos de la educación y el saber debido a prejuicios basados en el orden de género. Estas limitaciones comenzaron a resultar visiblemente paradójicas a partir de la revolución científica del siglo XVII  y la Ilustración del siglo XVIII; por entonces, la optimista convicción en las ilimitadas posibilidades del progreso humano basado en una razón universal conmovió los imaginarios con la misma intensidad que lo hizo el principio de igualdad de todos los seres humanos, que inspiró un poco más tarde las revoluciones políticas de la era moderna. La igualdad entre las personas, la universalidad del método científico y la neutralidad valorativa de la ciencia fueron instituidos como pilares fundamentales de la modernidad, en abierta contradicción con los valores de las sociedades antiguas, donde el orden social y la validez de los saberes se justificaban en la tradición o el designio divino. La ciencia -con su promesa de convertirse en el árbitro preciso, en el punto de vista neutral inasequible a la parcialidad y a las pasiones e intereses particulares, cuya verdad se encuentra más allá de las turbulencias y sesgos de la vida corriente- emerge entonces para convertirse en el lugar de producción de un conocimiento verdadero capaz de guiar el quehacer humano hacia el progreso.

 

Sin embargo, a pesar de que ya el racionalismo cartesiano del siglo XVII había establecido que la mente, donde se asentaban la razón y el discernimiento, era neutra y asexuada, y por lo tanto la capacidad para el pensamiento racional y científico podría encontrase repartida equilibradamente entre hombres y mujeres de cualquier procedencia, esta época coincidió con el inicio de un exitoso esfuerzo por excluir sistemáticamente a las mujeres de las antiguas y las modernas instituciones educativas y científicas, como las universidades y las academias. Los viejos prejuicios sobre la incapacidad de las mujeres para las cualidades superiores del pensamiento o sobre la inconveniencia, para el buen orden familiar y social, de que las mujeres se dedicaran a las actividades especulativas, en lugar de derrumbarse se prolongaron adoptando nuevos ropajes científicos.

 

Ruth López Oseira

Coordinadora Académica

PROGRAMA: CONFERENCIAS Y CONFERENCISTAS

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